Argentina tiene una larga tradición de eventos musicales; de hecho, muchos de ellos hasta marcaron hechos históricos y políticos. Cada año se suman festivales, nuevos y viejos artistas que llenan predios y estadios, viajan en avión, trasladan equipamiento y venden entradas: ¿cuál es el costo ambiental de un recital?
Desde hace ya algunos años, en Innovar Sustentabilidad, nos comenzamos a preguntar, cual es el costo ambiental de los grandes eventos (también de los no tan grandes…) Un recital de rock, por ejemplo, puede ser significativo y abarca varios aspectos. Los camiones que transportan el equipo y los vuelos de los artistas son especialmente impactantes debido a la cantidad de emisiones de CO2 que producen. En esa línea, Coldplay anunció en 2021 un plan para reducir el 50% de las emisiones de carbono de sus tours, trabajando sobre 3 áreas: la producción de los espectáculos, el transporte y los viajes durante las giras, y el equipamiento.
Tres años después, confirmaron que no sólo lograron su objetivo, sino que además lo superaron. La reducción llegó al 59% y el ahorro fue más de 3.000 toneladas de dióxido de carbono.
Como contraejemplo, la artista popular que cosecha números récords de audiencia en la actualidad, Taylor Swift, se estima que sólo durante 2023 y en los 286.000 kilómetros recorridos liberó a la atmósfera más de 1.200 toneladas de dióxido de carbono. Quienes se dedicaron a investigar la huella de carbono de la blonda rockstar calcularon que su emisión de carbono está por encima de las 8.000 toneladas.
Otro punto de los eventos de espectáculos es el uso del espacio. La construcción temporal de escenarios y la afluencia masiva de personas pueden dañar el entorno natural, afectar la fauna local y alterar los ecosistemas. De hecho, generó gran escándalo la decisión del organizador de la última Copa América, Estados Unidos, de utilizar las mismas canchas del evento para realizar, en medio de los partidos, recitales de artistas populares, lo que generaba romper y volver a introducir céspedes, montar y desmontar escenarios, entre otros.
Por último -pero no por ello menos importante- es el impacto ambiental en la digitalización. Mucho se habla sobre el QR de los recitales, desatendiendo un dato clave: internet contribuye en un 3.7% del total de las emisiones globales de carbono, en contraposición de lo que genera la industria aerocomercial, responsable del 2.5% de las emisiones globales de carbono.
Pero, no todo es desesperanzador: muchos artistas utilizan su visibilidad para generar conciencia ambiental en sus letras, en sus convocatorias, iniciativas ecológicas y proyectos de restauración.
Ser consumidores conscientes del arte y la cultura es una responsabilidad de todos. El 2025 será de pleno compromiso para Innovar, para informar, difundir y concientizar sobre cuestiones que pareciera que están fuera del radar de la sustentabilidad pero que hacen a la construcción y el bienestar de las personas y el planeta. Entre todos, tenemos que fomentar que arte, la cultura, el deporte y la salud del planeta, vivan bajo la misma coherencia.